Recomiendo la columna La ciencia por gusto, de Martín Bonfil, de hoy: Homeopatía letal.
En los medios australianos y mundiales está causando gran revuelo un caso espeluznante de negligencia médica: la dolorosa muerte de Penelope Dingle, ex–modelo y actriz, debido a un cáncer colorrectal mal atendido.
El caso horroriza debido a que su mal hubiera podido curarse, de no haber tomado la decisión (apoyada por su marido, Peter Dingle, un gurú que vendía consejos sobre salud basados en el pensamiento positivo) de confiar ciega –de hecho, fanáticamente– en una homeópata, Francine Scrayen, quien durante más de un año la convenció de no recurrir a la medicina científica, basada en evidencia, y le prometió que podría curarla.
Ya hemos hablado sobre casos similares en que homeópatas (o charlatanes equivalentes) provocan la muerte de pacientes al convencerlos de no utilizar medicamentos para enfermedades tratables. Por ejemplo, los casos de Luca Moncellato y el Gloria Sam, cuya muerte fue provocada, de hecho, por sus propios padres homeópatas.
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